Primero y antes que nada, alekos fue titiritero con Saltando matones en los años 70. Luego con Sin Ton ni Son incursiono con algo que el mismo califico de multimedia tercermundista: imágenes cuento, teatro y música en vivo, en un homenaje tempranero a Bogotá, y que feneció en el Festival Iberoamericano de Teatro de 1990.
Por un par de años hizo algo que le marco la piel: la televisión para niños. El rincón del cuento. Y con el Simposio Internacional e animalito Liberao se metió de patas y manos en la narración oral. Con ella pico los más variopintos lugares de casi toda Latinoamérica incluyendo un par de escuelas de Guinea Ecuatorial, una casa campesina hecha teatro de Bologna Italia y varios lugares de Minas Gerais en el Brasil.
Cerca de quince años con el Teatro de los Sentidos fue director de un teatro de deditos, en Francia, obrero de una imprenta decimonónica en México y Dinamarca, fotógrafo y acariciador de sombras en Bélgica y Alemania. Y el loco del tarot en Singapur y Australia, entre otras sutilesas.